Formación Policial: Errores comunes al instruir líneas de tiro

Dentro del sector de la formación policial, me he encontrado a lo largo de estos años con algunos compañeros y alumnos temerosos de las armas y de los ejercicios de tiro. Hay policías con verdaderos traumas causados por instructores de tiro agresivos y violentos dialécticamente hablando. Aquellos que utilizan técnicas, por llamarlas de alguna manera, “tradicionales y arcaicas”.

Todos hemos empezado por abajo o desde el principio. Yo parto de que “el tirador no nace, sino que se hace”, pero se hace a base de mentalización, formación y entrenamiento en cantidades muy altas de todas ellas. Nunca se acaba de aprender, de mentalizarse ni de entrenar. En esta materia la mayoría de instructores tocamos de oído, ni siquiera tenemos partitura que leer, son canciones que por desgracia otros sí que han tocado. Los que decidimos tomar este camino aprendemos de leer todo tipo de libros, artículos, etc. De asistir a cursos, seminarios, charlas, conferencias, ponencias… en definitiva, todo aquello que tenga que ver con el tema. Aprendemos de las experiencias de otros que sí han tenido intervenciones armadas. Pero si difícil es transmitir información, igual de complicado es recibirla; y si a esto le añadimos una serie de errores, o por lo menos para mí lo son, la cosa se complica.

Partimos de la base de que el alumno que llega a las manos de un instructor de tiro no ha empuñado un arma en su vida, o igual si, pero lo lógico es que no. Estas personas en esos momentos incipientes son un mar de dudas, miedos, temores, prejuicios, ignorancia, desconocimiento, conocimientos erróneos, son un manojo de nervios, de incertidumbres. Podríamos compararlos con un lienzo en blanco, en el cual serán esos primeros instructores los que darán las primeras pinceladas de color, la base de lo que serán después. Por lo tanto, hay algunos errores de base muy común entre aquellos que inician a estos primerizos. Entiendo que esta disciplina es complicada y peligrosa, pues las herramientas que se utilizan pueden llegar a ser letales.

En base a lo expuesto anteriormente, uno de los errores más comunes a la hora de enseñar en la línea de tiro es “NO pretender aceptar el riesgo que conlleva transmitir este tipo de instrucción”. Si no somos capaces, como supuestos expertos, de contraer esta obligación para con el alumno y la realidad, entonces ¿qué le vamos a enseñar? Ahí ya tenemos el primer error de base. Nuestras doctrinas estarán viciadas desde el inicio. Debemos tener claro que si nos ponemos al frente de una línea de tiro, debemos ser sinceros con nosotros y nuestros alumnos o compañeros. Debemos crear un perfil de cada componente de la línea de tiro y con una serie de ejercicios previos y el trabajo en seco debemos ser capaces de localizar sus debilidades y sus virtudes, sabiendo conjugarlas para poder obtener el máximo rendimiento de ellos. Debemos trabajar con la máxima seguridad, eso siempre, pero tenemos que trabajar un mismo ejercicio de manera específica para cada tirador, pues no todos parten de la misma base de aprendizaje, cuerpo policial, fisionomía, interés, etc.

Aplicar o sembrar el terror en los aprendices a través de “infundir miedo sobre el medio utilizado” es otro error de base, más común de lo que parece. Las armas no las carga el diablo y menos se disparan solas. Los accidentes existen en todas las actividades, pero prácticamente todas son por imprudencias humanas. A las armas hay que respetarlas como se respeta un vehículo, el cual conducimos con la diligencia necesaria para que no suceda nada. Las armas de fuego no dejan de ser meras herramientas de trabajo.

Podríamos decir que otro de los errores comunes que se comenten es “confundir la seguridad en la realización de los ejercicios con la intolerancia”. En este sentido, las normas de seguridad están ahí para cumplirlas, por lo que para ello se les habrán enseñado previamente. Muchos instructores no son capaces de confiar en sus alumnos para que resuelvan sus incidencias, y con ello me refiero a que lo más normal es que aquel que sufre en sus inicios una interrupción, incidencia, etc, debe alzar la mano que no empuña, y sin girarse con el arma, esperar a que el instructor se acerque. Hasta ahí todo correcto, el profesor se acercará y le enseñará a resolver la incidencia, “NO la resolverá el profesor”, que ese es otro error común.

Deben ser ellos los que aprendan a solucionar sus incidencias, por muchos y arriesgados ejercicios que se realicen, como pueda ser el tiro dinámico, desde el suelo, a la carrera, etc. Debemos mostrarles cómo se hace para que sean ellos los que practiquen, es más, debemos provocarles interrupciones e incidencias con el arma para que aprendan a solucionar o improvisar y no se bloqueen disminuyendo sus posibilidades de sobrevivir.

Otro error muy común es “atemorizar al alumno, con una dialéctica agresiva, violenta, aderezada con gritos, chillidos, comentarios pedantes”. El miedo no es el camino correcto a seguir. Entiendo que se alce la voz cuando estamos en el campo de tiro y hay gran cantidad de alumnos repartidos en la línea de tiro. Pero no apruebo aquellos que, sin que el guion de un posible ejercicio de stress lo demande, se pasen el día atemorizando a los asistentes. El miedo no es un buen aliado en la enseñanza. El temor produce inseguridad y la inseguridad produce accidentes. El miedo al instructor implica que el alumno no pregunte por miedo a la represalia o reacción del profesor, con lo que no saber cómo se debe realizar el ejercicio produce inseguridad, y como consecuencia, un error en la consecución de los ejercicios. Y esto de manera continuada en el alumno produce frustración y por lo tanto desengaño sobre sus expectativas con el tiro, lo que a su vez se traduce en decepción y abandono por desidia.

Aunque os parezca mentira esta es una de las mayores causas que promueve la falta de interés en los policías. Con lo que ante una frustración se produce indiferencia y a veces temor por las armas de fuego y el tiro policial y esto lleva a fomentar en aquellos que la padecen rechazo y repulsa, acompañándolo para ello de falsas creencias sobre el uso del arma de fuego por parte de las policías – ojo, otras tantas veces estos comentarios son provocados por la falta de mentalización y formación adecuadas-.

El que acude a un curso formativo, ya sea de inicio o de perfeccionamiento, lo hace con muchas ganas de aprender, de disfrutar, de despejar dudas. No conozco a nadie que acuda a que le chillen, griten e incluso a veces les humillen delante de los otros compañeros. Resumiendo, se enseña mejor sin chillidos innecesarios, los que reciben la información son más proactivos a participar, atender y realizar consultas, lo que es sinónimo de aprendizaje y ausencia de accidentes.

Para concluir, vamos con otro error muy común: “la utilización de un silbato para ejecutar las órdenes de tiro”. Este parece que tiende a desaparecer, menos mal. Está el instructor que se aferra a su silbato y que le insufla aire cual rcp, se desgañita soplando como el lobo del cuento, ¿para qué? Señores, si partimos de que los entrenamientos deben ser lo más cercanos a la realidad, ¿por qué nos empeñamos en hacer sonar el pito? En la calle no habrá nadie que nos pite cuando tengamos que hacer fuego, ¿o acaso abriremos fuego cuando oigamos a algún compañero regular el tráfico? El silbato está bien para captar la atención de los instruidos, para reunir a la gente, pero para nada más, no tiene cabida en la docencia.

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3s Comentarios

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    Charo Bohórquez

    Sublime explicación, sin duda un gran conocedor de la materia y buen docente. Se nota que te apasiona lo que haces, tus alumnos son afortunados. Enhorabuena y gracias ppr compartir tu trabajo y tus experiencias.

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    Es cierto que el uso del silbato digamos que «robotiza al tirador» y le quita capacidad de decidir, eso lo he comprobado en persona. Habría de dar mas libertad en ese tipo de cosas. Usar el silbato tal vez para buscar una reacción del tirador, pero no usarlo siempre. Hacer un ejercicio donde el silbato no se usará siempre con la misma cadencia, por ejemplo pitar de manera aleatoria, una vez cada segundo, otra a los cuatro etc. para buscar una reacción del tirador, pero ya los demás ejercicios no usar silbato. Dando autonomía al tirador.

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    «atemorizar al alumno, con una dialéctica agresiva, violenta, aderezada con gritos, chillidos, comentarios pedantes”. Esta frase también es importante, ya que el tirador (ya sea policía, guardia civil, militar etc), no debe de salir de la galería diciendo que «por fin he acabado, espero que el año que viene se les olvide mi nombre para ir a tirar». En la galería como bien dices no tiene que haber un clima tenso y por supuesto el instructor no debe de pegar broncas a diestro y siniestro, encima delante de toda la gente. Mi lema es premiar delante de la gente y «abroncar» en privado.

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