EL SEGUIMIENTO DE LA ACCIÓN: La importancia de controlar el post-disparo

El primero de mis artículos, ya hace unos cuantos años, se centró en el llamado “FOLLOW THROUGH”, o en un idioma más castizo y conocido por nosotros, el Seguimiento de la Acción. Sin ánimo de querer repetirme o hacerme cansino, debo volver a hacer mención a este pequeño gesto, ya que no es otra cosa más que eso, un gesto, una simple acción. Muchos aquellos de los que reciben formación o instrucción de tiro policial, y aquellos que la imparten, obvian algo tan sencillo como es esta maniobra. Olvidamos la primera regla fundamental de cualquier entrenamiento, acción formativa o práctica de carácter repetitivo, que es que debemos “Entrenar como trabajamos y trabajar como entrenamos”.

Esta frase que parece muy grandilocuente o utópica es en realidad una realidad muy importante en la que muy pocos educadores y educandos reparan, no siendo culpa de estos últimos en absoluto. Cuando efectuamos un ejercicio de tiro, inmediatamente después del último disparo, nuestra primera reacción es observar el blanco, cosa que no está mal, pues debo saber si he acertado o no. O sea, que debo saber si he abatido al malo malísimo para poder disponerme a efectuar una nueva acometida sobre mi adversario, o en cambio deponer mi actitud defensiva, rebajando el grado de intensidad de ésta.

Ahí es cuando nos sobreviene esa situación que, aunque parezca absurda, es de vital importancia, y me refiero a vital porque en ese instante nos jugamos literalmente la vida. No debemos perder de vista nuestro objetivo, pero tampoco el entorno que nos rodea. No podemos o no debemos focalizar nuestra atención sobre un solo punto, cosa difícil de evitar (el trabajo reiterativo sobre el tema ayuda bastante). Vamos al tajo: para la gran mayoría de los que disparan sobre una silueta, su primera intención es fijarse en el blanco para ver el número de aciertos, puntuación, y descuidan todo lo demás. Bajan el arma, efectúan de manera automática las manipulaciones de seguridad del arma, extraen el cargador y aplican presión sobre la palanca de la retenida, lanzando la corredera a su posición natural, todo ello sin percatarse de lo que están haciendo. Descuidando las normas más elementales de la formación en supervivencia policial. ¡“ERROR”! ahí es donde el docente, el instructor, el profesor, el monitor, el mando policial o aquel que esté al cargo de las prácticas de tiro, no debe permitir bajo ningún concepto que lo haga, o por lo menos debe corregir al alumno su acción.

Este error, que es del todo vencible, tiene base en la exigencia por parte de la normativa legal (superación de prácticas para mantener la licencia de armas en algunos de los sectores de la seguridad), por la exigencia de un mínimo de puntuación para superar la práctica o simplemente por ver si eres un buen tirador o mejor que el titular de la silueta de al lado. Inconscientes o ajenos al discernimiento de que el cerebro humano no distingue esta acción del resto de las acciones que forman parte del entrenamiento que estamos efectuando.

Esas repeticiones que incluyen a parte de los ejercicios de tiro, las de extraer el cargador, tirar de la corredera hacia atrás o hacia adelante, mirar la silueta inmediatamente después de acabar el ejercicio son asimiladas por el cerebro como una función a realizar “siempre” después de cada práctica. “Esta interiorización imprescindible para poder salir airoso de un enfrentamiento armado, no necesita de acciones superfluas”, (mirar la silueta mientras sacas el cargador viendo lo bueno que eres o enfundando el arma) que lo único que pueden es afectar de manera muy negativa a nuestra respuesta frente a un posible ataque.

Debemos evitar a toda costa este tipo de errores, no esperes a que te lo corrija tu instructor, ponle tú remedio. No es la primera vez que sucede, que en un encontronazo armado de manera involuntaria o ajena al tirador se hayan realizado este tipo de acciones. Ya hay algún autor que ha hecho referencia a este tipo de cosas en alguna de sus obras. Cuando practiquemos tiro policial tendremos que acostumbrarnos a que una vez que hemos hecho una descarga de plomo debemos mantener la posición y efectuar un barrido visual, tanto sobre el objetivo para ver si es necesario volver a efectuar otra descarga, como al entorno en busca de cualquier posible amenaza.

No es necesario guardar la posición durante mucho tiempo, solo unos segundos, los necesarios para comprobar que la situación nos es favorable. Si desatendemos la situación, perdemos el interés por la intervención, bajamos la guardia, enfundamos el hierro, o la desalimentamos pasándola a modo pisapapeles, si fuere necesario reemprender a la acción defensiva ya sería tarde o muy difícil retomarla. Puede parecer una chorrada, una tontería, llámalo como quieras, pero esos pequeños detalles pueden marcar la diferencia entre contarlo o que lo cuenten por ti. Cada milésima de segundo cuenta.

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