CUANDO A MARTILLAZOS TAMBIÉN PUEDEN MATARTE

Somera descripción de esta fotografía tomada en 2006: cuando hacia ti camina un tío gritando que te va a matar con el martillo que lleva en la mano, mientras a la par tú retrocedes desenfundando tu pistola. Pero ojo, por muy rápido que camines hacia atrás, el que de frente va hacia a ti caminará más rápido que tú, pudiendo alcanzarte si no lo neutralizas de inmediato.

Retroceder es un acto reflejo natural, no un síntoma de cobardía. Si no te ves atrapado por un shock traumático emocional paralizante que te impida moverte, retrocederás e incluso correrás. Como igualmente, tras todo lo anterior, un área concreta del cerebro podría recordarte que llevas un arma de fuego, que eres policía y puedes y debes utilizarla ¡ya!, antes de que un martillazo potencialmente letal impacte contra tu bóveda craneal.

Y a todo esto, aunque no lo creas, sufrirás miedo inconsciente. En un momento tan trascendental, que dura un tris, no experimentarás conscientemente la emoción del miedo. No podrás permitirte ni un segundo libre para tener miedo, al menos no de manera cognoscible. Pero tu subconsciente, esa parte de la mollera que siempre está en vela y de guardia, del tirón sabrá que tienes miedo y te ordenará hacer algo contra el agente estresante causante del canguelo. Podrías correr, luchar o incluso quedarte quieto un segundo, por si tu atacante al verte inmóvil decide apiadarse de tu alma. En realidad, todo empezará por lo último, por un soplo de negación e inmovilización. Luego, con suerte y si sigues con vida, lo mismo te pones a correr que a luchar, que lo mismo logras hacer ambas cosas, da igual en qué orden.

Por la expresión de la carita de mi compañero (la pierna que asoma por ahí detrás es de un servidor), a quien ya le había inoculado algo de pavor para que se creyera un poco que de verdad el malo iba hacia él con intenciones homicidas, creo que mentalmente estaba recibiendo el primer martillazo. Empate, pues, porque si se observa con atención la fotografía podrá verse la trayectoria del proyectil, también expulsión de la vaina.

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