Un metro de muerte

En este vídeo no vamos a ver un tiroteo en el sentido de intercambio de disparos entre partes, pues solamente una de ellas lleva armas; pero sí podemos observar muchas cosas interesantes. El incidente se produjo en septiembre de 2009, en una estación de metro de México Distrito Federal.

Ocurrió que un varón adulto estaba realizando pintadas en el interior de la estación, reflejando en ellas consignas en contra del Gobierno del país. El grafitero, de aspecto y estética nada llamativa, había cursado estudios universitarios de Veterinaria y era ferviente practicante de una religión (no era musulmán). Ante la infracción (las propias pintadas), un policía uniformado trató de identificarlo, pero el hombre huyó a la carrera. Perseguido por el agente, el sospechoso extrajo de entre sus ropas un revólver del calibre .38 Especial, disparando contra el funcionario y acabando con su vida de un disparo en la cabeza.

Tras percatarse de lo ocurrido el resto de usuarios del metro, un señor vestido de paisano se abalanzó sobre el hostil a fin de desarmarlo y reducirlo. Destacar que el espontáneo no era un policía franco de servicio, como las primeras informaciones indicaron en su momento, sino que se trataba de un albañil con más de 50 años de edad.

En las imágenes se ve que el valiente voluntario entra en contacto físico con el pistolero, o sea, a distancia cero, pero pese a que contra él fueron realizados varios disparos inmediatos, éstos no lo hirieron, o al menos desde luego no lo incapacitaron. Finalmente, sí: tras varios segundos más de lucha cuerpo a cuerpo, posiblemente nunca a más de 3 metros de separación, un tiro a cañón tocante le alcanzó la bóveda craneal. A todo esto, otras cuatro o cinco personas fueron heridas por disparos del agresor. No me consta que estas heridas se produjeran como consecuencia de balas perdidas, rebotes o tiros directos intencionados, aunque en la filmación se aprecia que un segundo transeúnte fue herido cuando iba a auxiliar al primero.

Lo que está claro es que el escenario se presentaba propicio para el rebote lesivo: superficies construidas con material duro y cientos de potenciales blancos deambulando. Es evidente que si el individuo disparó al primero de los espontáneos varias veces y no lo detuvo pudo ser porque errara los tiros, en cuyo caso esos proyectiles acabarían deteniendo su trayectoria en algún sitio. Pero, ¿pudo sobrepenetrar alguna bala el cuerpo del fallecido y alcanzar directamente, o por rebote posterior a terceras personas? Sí, pudo. Es más, es muy probable que así ocurriera.

Todo esto lo saco a colación tras la conversación mantenida con un amigo que dice que no termina de comprender cómo es que yo defiendo el entrenamiento de tiro a cortas distancias (para la Policía), con lo sencillo que es no fallar en tales rangos. Y hoy también quiero hablar de esto porque aunque le des a la primera y del tirón a tu contrario, ¿en qué zona del cuerpo le has dado y qué órgano se ha visto afectado? No sé, algo más de lo mismo para reflexionar.

Que sí, que lo sé, que soy muy pesado. Pero digo yo, ¿acaso se hace todo lo posible para que estas cosas se sepan, se comprendan, se divulguen oficialmente, se asimilen, se interioricen y se entrenen en las galerías de tiro? No, no se hace y por eso hay que repetirlo mil veces. Lo más importante es que han matado a un obrero de la construcción por ayudar a un agente de la autoridad, pero nada hubiera cambiado de haberse tratado de un policía fuera de servicio en vez de un albañil.

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