LA POTENCIA DE LA CONCIENCIACIÓN

No son pocos los momentos en que me planteo dejar de escribir sobre temas policiales. Ahora, precisamente, me encuentro en plena fase de meditación al respecto. Sé que algunos lo celebrarían. Yo también. Quiero, por fin, darle un portazo a muchas cosas, pero todavía no he logrado dar el paso. Algún día espero ganar esta partida que por el momento voy perdiendo, lo que me hará seguir liado con estas cosas.

Ya aburro, lo sé. Lo comprendo y a veces hasta lo entiendo. Pero me siguen llegando tantos correos electrónicos, whatsapps y mensajes de Facebook consultándome las mismas cosas de siempre, que no sé si sería decente y ético dejar sin respuesta a mis interlocutores. Por más aplastantes artículos que haya dedicado a la conveniencia de portar el arma con la recámara alimentada, y con los mecanismos de disparo en posición de reposo, me siguen interpelando sobre ello. También sobre la idoneidad del uso de cartuchos expansivos.

A veces, como ha pasado hoy, me mandan el vídeo de un incidente real a tiro limpio. Un tiroteo de esos que sorprende incluso a quien lleva la iniciativa. Quienes optan por esta modalidad, reclaman mi opinión sobre cuanto aparece filmado. Y nada, casi siempre tengo que dar las mismas explicaciones: que el protagonista de la grabación salió airoso gracias a llevar la pistola alimentada; que no apuntó, sino que dirigió el fuego hacia la zona de riesgo; que los malos alcanzados en las extremidades siguieron atacando, generando peligro o, como poco, consiguieron fugarse; etcétera, etcétera. ¡Ah!, y la suerte, ese factor que cual constante siempre tiene un valor.

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Momento de la grabación, en la que el conductor del vehículo repele la agresión disparando con su arma corta

En esta ocasión no iba a ser menos. Más reiteración. Pero qué puedo hacer, estoy perdiendo la guerra que libro conmigo mismo. Quiero desertar, pero aún no he encontrado la zona baja del vallado. Hasta que encuentre una pértiga, seguiré dando la lata. El hombre del asalto filmado respondió con celeridad gracias a que además de llevar su pistola lista… sabía usarla. Algo tan simple como esto último, saber usar el arma que diariamente nos pende de la cadera, no es tan habitual entre quienes usamos o hemos usado un fusco durante el curro. Lamentable, ¿verdad? Pues sí, una lamentable verdad. Quiero destacar que este señor, a buen seguro, es de los que piensa que es mejor llevarla y no necesitarla, que necesitarla y no llevarla. A las pruebas me remito.

De enrasar el punto de mira y el alza, para colocarlos espacialmente sobre el objetivo, na de na. Que no, que no apuntó. Que no pudo. Que no le dio tiempo, vamos. Que o disparaba ya, o perdía su partida (como yo). Aun así, acertó a uno de los dos malotes que querían joderlo, impactando en él con eficacia. Apuntar se puede, claro, pero cuando da tiempo y cuando la capacidad de concentración mantiene unos mínimos. Si el ataque se produce inesperadamente, y se tiene que reaccionar de modo ipso facto, tomar miras se convertiría en un lujo no al alcance de quien seguramente en esos momentos no hubiera podido sumar tres más cuatro.

Sin embargo, aunque muchas veces no hay ocasión de asir el arma con ambas manos, cosa que yo mismo he recalcado hasta la saciedad en mis agotadores textos, esta víctima sí consiguió agarrar la pipa con sus diez dedos. No voy a descubrir nada nuevo en estos párrafos. Tampoco voy a reinventar lo mil veces dicho por mí y por otros mejores que yo. Pero me gusta complacer a quienes quieren saber más, aunque ya no pueda ilustrarlos con cosas novedosas, de ahí que me repita. Digo lo mismo, porque sigue pasando lo mismo. Dos más dos siempre serán cuatro, aunque muchos ya lo sepamos, pero resulta que hay gente que realmente no sabe sumar tan sencillos sumandos.

Me llama la atención comprobar que el malo que encañona al conductor del turismo recula al detectar la pistola en la mano derecha del asaltado. El atracador tenía a huevo descargar su revólver contra el hombre, pero optó por no luchar. Me pregunto si su cabeza resolvió huir, asombrado por la decisión tan clara que advirtió en la parte contraria. No cabe duda de que el airoso vencedor había preparado algo más que su arma. Su cabeza estaba convencida de que algún día podría ocurrir algo así. Estaba mentalizado. Únicamente una persona concienciada lleva la pistola presta, y a la mano, entre los asientos del coche que conduce. La determinación suele venir precedida de un ejercicio de mentalización. El que piensa en lo que puede ocurrir, prepara posibles respuestas. Cuando ocurra, si es que ocurre, podría iniciar su jugada con cierta ventaja.

La concienciación es, muchas veces, más importante que todo lo demás. Naturalmente, no hay que abandonar el entrenamiento. Pero ojo, no se puede llamar entrenamiento a todo lo que se hace por ahí: disparar en busca de precisas agrupaciones tiene un coste sanguinolento en la calle. Pero pienso que el mentalizado, aunque entrene poco, puede hacerlo bien el día que le toque. Es indudable que el equipamiento material también es importante, pero un tío decidido y con una pizca de buena suerte, seguramente también hubiese ganado este combate con un revólver de dos pulgadas de cañón. Ahora bien, contar con un cacharro de diez o más balas otorga más seguridad y garantía en la resolución de este tipo de desagradables acontecimientos.

 

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2s Comentarios

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    Juan José Rivas Gonzáles

    En El Salvador, Centro América, los policías solían andar las pistolas con el seguro puesto, y muchos (por temor) sin tiro en recámara. Lamentablemente, con la incapacidad mostrada por el DES Gobierno actual, mas maras se han fortalecido, y ahora se dedican a matar policías… así que los agentes ahora andan con el arma lista para su defensa; lo que incluye tiro en recamara y sin seguro alguno en la misma. Gracias a ello, muchos agentes han sabido responder en forma oportuna, salvando sus vidas y las de los civiles.

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    Toda la razón con la concienciación, muchos compañeros ven el uso del arma como algo que no se les va a dar en toda su carrera profesional, desinteresandose por algo que consideran improbable por no decir imposible. Una pena el desinteres que impera en la mayoría de los compañeros por conocer y saber usar de verdad sus armas.

    La reacción de la víctima es impresionante, ¡menudo aplomo!

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