Llevar el arma oculta: Un estilo de vida

Desde el mismo instante en que vi publicado el artículo “Dos mejor que una: ¿por qué no usar aquí armas back-up?” en esta web, vino a mi mente la idea de rescatar un texto que comencé a escribir hace tiempo, y que inmediatamente identifiqué como el complemento perfecto para el artículo de Ernesto. En la referida ocasión, mi anfitrión y mecenas nos habló de un tipo o concepto de arma, el back-up, que por su propia idiosincrasia, la gran mayoría de las veces se portará oculta de alguna forma hasta el momento de ser utilizada. Precisamente este es el objetivo del presente opúsculo: estudiar todas las circunstancias relacionadas con el hecho de llevar un arma de fuego “de paisano”, de la A a la Z.

Al plantear este escrito, he redactado una pequeña lista de cuestiones previas sobre el tema, las cuales considero importantes:

– Existen grandes tabúes, prejuicios y errores entre los compañeros acerca del tipo de armas más adecuadas, calibres, fundas, etc. De hecho, todas las armas, de cualquier tamaño (ojo, hablo de armas cortas) se pueden llevar ocultas. Todo es cuestión de elegir la funda y la posición más adecuada.

– Usar un método equivocado puede llevar a:
Incomodidad: el usuario acabará no llevando el arma.
Inaccesibilidad: no podrá alcanzarla cuando la necesite.
Accidentes: el arma se disparará al engancharse en la ropa / elementos del equipo, etc.
Pérdida del arma: al caerse mientras corremos, dejarla olvidada porque la hemos desenfundado para actividades íntimas, etc.

– Puede convertirse en un serio problema si no llevamos el arma por ser incómoda (a.k.a.: no la tendremos cuando la necesitemos); hemos seleccionado un sistema de porte con el que el arma es visible para las personas que hay a nuestro alrededor: correremos el riesgo de ser confundidos con delincuentes, de que nos arrebaten la pistola, o peor aún, de que los propios delincuentes nos identifiquen como Policías o Escoltas; o hemos elegido una funda o posición que no es adecuada a nuestras necesidades. Esto se traducirá una vez más en incomodidad e inaccesibilidad.

equipo_escoltaPor otra parte, el estudio de los métodos de porte creo que será de gran interés desde otro punto de vista, que es la detección de aquellas personas armadas ILEGALMENTE. El agente entrenado en las señales características que delatan el arma oculta, no solo podrá evitarlas, sino también advertirlas en los delincuentes con los que interactúe.

He subtitulado el artículo “Un estilo de vida”, y creo que precisa una explicación: llevar un arma oculta posee una serie tan amplia de connotaciones en la vida cotidiana del usuario, que daría la impresión de que pocas facetas de ella no se ven afectadas. En concreto, he apreciado las siguientes áreas:

Técnicas: no solo deberemos adquirir equipo adaptado (la funda es lo más evidente), sino que incluso habremos de usar ropas de mayor talla, o de corte diferente según la época del año, con el fin de disimular la forma del arma.

Tácticas: cambiará la forma en que desenfundamos (antes será obligatorio “descubrir” el arma), quizás necesitemos las dos manos, etc. (ya no nos valen los movimientos que usamos con el arma a la vista). También será necesario aprender a movernos para evitar que el arma sea detectada, o incluso que se caiga al suelo.

Psicológicas: Ir armado las 24 horas fuera de servicio o siendo un civil con licencia B, implica la “mentalidad de usarla” llegado el caso. Muchos dudarán de la justificación de hacerlo. También deberemos ser conscientes de la RESPONSABILIDAD (sobre todo aquellos que no sean funcionarios), por ejemplo en el momento de consumir alcohol o drogas, de encontrarnos en determinados ambientes (zonas de copas, espectáculos deportivos, multitudes en general), o de hacer un uso indebido del arma.

Sociológicas: un agente de Policía uniformado, con el arma a la vista, no se percibe como una amenaza en ambientes normales (no en las 3.000 viviendas, claro está). Un agente de Policía de paisano con un arma oculta que es visible es todo lo contrario: la primera impresión del espectador es que se trata de un delincuente. La gran mayoría de personas se sentirán incómodas o alarmadas ante un individuo armado que no es identificado inmediatamente como un funcionario, produciéndose situaciones cuanto menos incómodas. Esto ha ocurrido frecuentemente en el País Vasco con Policías, Guardias Civiles de paisano y Escoltas Privados en bares, gasolineras, parques, etc.

Recordemos que, legalmente, puede suponer un problema la mera ostentación del arma en el ámbito de la seguridad privada.

Justificación
Siempre intento cumplir dos reglas de oro cuando decido sentarme ante una hoja en blanco. La primera es tratar de mantener la originalidad (algunos llaman a esto no pisarse la manguera), es decir, tratar temas que no sean meras repeticiones de los que otros ya han publicado, o al menos hacerlo desde perspectivas tan diferentes, que el lector no tenga la sensación de leer más de lo mismo. La segunda regla es que, dentro de lo posible, los temas que trato sean de interés para el mayor número de lectores.

concealed_carry_cinturaYa sabemos que no todos los que trabajan, han trabajado, o incluso trabajarán con armas sienten la misma atracción por éstas, pero tampoco espero que mis artículos sean los favoritos en una asociación de criadores de codornices. Por ello, aunque únicamente sea desde un punto de vista estadístico, procuro investigar previamente la cuestión, de modo que, al menos “sobre el papel”, el mayor número de lectores se interesen por la publicación.

No iba a ser esta una excepción, de modo que he realizado un rápido análisis de cuántos profesionales necesitan, o de hecho llevan, su pistola o revólver ocultos:

Actualmente prestan servicio en España unos 212.150 funcionarios de Policía (84.400 Guardias Civiles, 87.872 Policías Nacionales, 15.882 Mossos d’Esquadra, 8.000 Ertzainas, más de 1.000 Policías Forales y en torno a 15.000 Policías Municipales / locales), además de 1.900 agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera y 47.500 mandos militares, lo que suma un total de 261.554 licencias A.

Todos estos funcionarios podrían llevar sus armas ocultas en tres supuestos:

1. Encontrarse en un servicio de paisano: servicios de información, escolta, criminalística, etc.
2. Trabajar de uniforme pero llevando un arma de back up (que presumiblemente sería la particular).
3. Portar un arma particular fuera de servicio (en teoría, cualquiera de ellos puede hacerlo legalmente).

A estos habría que sumar un número indeterminado de ciudadanos (políticos, jueces, empresarios, joyeros), poseedores de la licencia B o de defensa personal, otro número también por establecer (por razones obvias) de agentes del C.N.I., y finalmente unos 2.700 Escoltas Privados que desarrollan sus labores de paisano amparados por licencias de armas de tipo C o de Seguridad Privada.

A la vista de estas cifras, entiendo que, sea mayor o menor la aceptación de este artículo, objetivamente sí que existe una necesidad real de información para un gran número de usuarios.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAAcercándonos a la realidad
Como hemos visto, hay básicamente 4 tipos de personas que necesitarán ocultar un arma entre sus ropas (obvio a los delincuentes, por supuesto):

1. Funcionarios, militares, o Escoltas que trabajan de paisano o en funciones de protección: se trata de una necesidad inherente, el arma debe llevarse oculta y resultar indetectable de modo que el agente no sea identificado como tal por los delincuentes/terroristas.
2. Funcionarios de uniforme: en este caso, ya que el arma de servicio o principal irá a la vista, nuestra atención se centrará en cómo y dónde ocultar el arma de back up, que normalmente será la pistola o revólver particular del Policía. Ya sabemos que no todos tienen esta costumbre, pero en su caso, el operador deberá ser consciente de las limitaciones que le imponga el resto del equipo (que puede ser obligatorio) como chalecos, botas, ceñidores, equipos de comunicaciones, etc. y que llegado el momento, pueden impedir el acceso al arma de respaldo.
3. Funcionario fuera de servicio: ya sabemos que un Policía fuera de servicio está obligado legalmente a intervenir ante la comisión de un delito, por lo que en teoría necesitará un arma, ya sea la de servicio o la particular. Muchos usuarios encuentran problemático trasladar el arma reglamentaria de la “confortable” funda de servicio a un sistema que oculte esa misma arma (que puede ser de considerable tamaño, caso de las Beretta 92 de la Guardia Civil) en su ropa de diario. Ya que se trata de una necesidad disponer de ella mientras se encuentra franco de servicio (Artículo 5º.4 L.O. 2/86 de 13 de marzo), tendrá que adoptar un sistema adecuado a su “estilo de vida”.

Quizás algún funcionario no esté muy dispuesto a perseguir el delito fuera del horario de trabajo (puede ocurrir), y pensará ¿para qué quiero la pistola?. La cuestión es que hay otro motivo para llevarla, y es evitar agresiones que, debido a venganzas personales de delincuentes, o incluso a actos terroristas, son más frecuentes de lo que pensamos.

Muchos Policías han sido atacados al ser reconocidos en ambientes determinados (como ferias o discotecas), donde el ciudadano medio sufre la desinhibición propia de la intoxicación etílica. Otros lo han sido cuando paseaban al perro o tiraban la basura… no es un hecho tan extraño.

4. Ciudadanos poseedores de la licencia B: la necesidad es evidente, para eso se les ha concedido la licencia. No obstante, he escoltado a varios políticos con esta autorización que dejaban la pistola en casa (por las razones que he planteado en la introducción).

Armas, el primer error
En general, los primeros errores que comete un usuario cuando se plantea llevar una pistola o revólver oculto se refieren precisamente a qué tipo de arma es más adecuada. Parece que existe algún tipo de prejuicio que encoge en nuestra mente el tamaño del arma “ideal”, a menudo en base a parámetros equivocados.

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Clásica funda tobillera con un revólver de 2″ en su interior

Como regla general, el arma destinada a nuestro propósito posee los mismos requerimientos que la principal. De hecho yo recomendaría usar LA MISMA ARMA que usamos de servicio (Dios mío, se ha vuelto loco). Ni mucho menos, lo importante a la hora de que el arma no resulte incómoda no es el tamaño, sino el tipo de funda y la posición que elijamos. Personalmente he portado pistolas Beretta, SIG, HK y Walther de tamaño estándar (ninguna de ellas compactas), sin ningún tipo de problema o incomodidad. Por otra parte, y como apuntan ciertos instructores, es mucho más barato comprar una buena funda que una pistola nueva.

No obstante, y como bien señaló Ernesto en su artículo relacionado con este asunto, si finalmente nos decantamos por otra arma, lo ideal es adquirir una versión compacta o subcompacta de la de servicio (por ejemplo, Glock 17 — Glock 19 o 26), de modo que no cambien ni ergonomía ni calibre, y con suerte podamos aprovechar el entrenamiento y los cargadores de repuesto para las dos.

¿Qué características generales debe poseer un arma para esta función? Básicamente las mismas que el arma principal. Por este orden: fiabilidad, ergonomía y potencia, a la que añadiremos una 4ª: el tamaño, o mejor dicho, ciertos parámetros dentro de sus dimensiones que harán su forma más o menos evidente bajo la ropa. Tradicionalmente, se han utilizado 2 tipos de armas para este menester (Ernesto ya comentó este punto):

Pistolas de bolsillo (o como las llaman los norteamericanos, “mouse guns”): pequeñas pistolas semiautomáticas de los calibres .22, .25, .32 , .380 y similares, como las Walther PPK, NAA Guardian, Derringers, etc. Ya sabemos que estas armas presentan 2 problemas: la fiabilidad (al ser sus mecanismos más pequeños, les afecta más la suciedad), y la potencia (aunque un .22lr es mejor que nada…). No obstante, siguen siendo muy atractivas para personas que anteponen la comodidad (y a veces el precio) a la hora de elegir.
Revólveres de cañón corto en calibres .32, .38 Spl., .44 Spl y .357 Mag. (existen en otros calibres interesantes como el .45 ACP). Esta es una de las elecciones más frecuentes. De hecho, hasta la llegada de las Glock subcompactas, el 90% de los agentes de policía norteamericanos usaban armas de este tipo. Ofrecen una buena capacidad de parada en un sistema compacto y con gran fiabilidad. Los últimos modelos fabricados en titanio, escandio e incluso polímero, son tan ligeros como las pistolas de bolsillo. Una buena elección.

En la actualidad disponemos de un nuevo tipo de arma: la pistola subcompacta o ultracompacta. Básicamente, se trata de versiones recortadas (menos cañón y menos empuñadura) del arma de servicio. Las ventajas son evidentes en cuanto a ergonomía y ahorro de entrenamiento, además de aprovechar la munición del arma principal. Así, en el tamaño de un revólver del .38 Spl tenemos 10+1 cartuchos del 9mm Luger (Glock 26). También sería una buena opción.

concealed-carryYo abogo por una cuarta alternativa: usar el arma de servicio, o un arma de tamaño estándar. Me baso para ello en varios hechos que he comprobado en la práctica: lo primero es que, lo importante no es el largo del cañón (éste simplemente se acomodará paralelo a nuestra pierna), sino el grosor del conjunto, que será lo que abulte en nuestro costado. Resultará sorprendente que, bajo este punto de vista, pistolas “ultracompactas” (por ejemplo, la Beretta 9000), serán más evidentes que otras consideradas grandes (como la Colt 1911). De hecho, la 1911, a pesar de poseer un cañón de 5 pulgadas, es una de las mejores armas para uso de paisano. También hay otras ventajas, como una mejor ergonomía, mayor facilidad para su uso con guantes, mayor capacidad de munición, mayor potencia (por un cañón más largo que permite una velocidad inicial más elevada), aparte por supuesto del ahorro.

Municiones: no todo vale
Si el lector sigue mi último consejo, es decir, llevar la pistola o revólver de tamaño estándar, simplemente eligiendo una buena munición que alcance el nivel de potencia necesario estará servido. La potencia del disparo dependerá en cierta medida del largo del cañón de la misma, influyendo en su penetración, alcance eficaz, o expansión. Por tanto, una necesidad que la mayoría de autores apuntan, es la de que la munición de las armas “de bolsillo” debe ser MÁS POTENTE que la de un arma de tamaño estándar, simplemente para compensar la falta de aceleración debida a un ánima más corta. La práctica totalidad de las municiones con cargas +P que he localizado son de punta hueca, por lo que, tras la modificación del R.A., no creo que sea buena idea recomendarlas. Sin embargo, haré un repaso por los diferentes calibres usuales en este tipo de armas y señalaré detalles acerca de los mismos:

.22 long rifle: es usado con cierta frecuencia, ya que las armas que lo disparan son pequeñas y ligeras, y la munición en sí es muy barata y prácticamente la hay en todos sitios a montones. Es un calibre INSUFICIENTE, aunque un disparo en la cabeza a corta distancia será letal. De hecho hay casos de ciudadanos armados que se han defendido con armas del .22, pero estadísticamente no ofrece garantías. No obstante, de inclinarnos por este calibre, buscaremos cargas de la mayor velocidad posible. Una recomendada por Ayoob es la CCI mini mag (ojo, es de punta hueca).

.25 ACP – 6.35 mm: se ven algunas armas de este calibre en manos de militares o como herencias, sobre todo de las marcas Astra y Star. Tienen las ventajas e inconvenientes del .22lr, más uno: la munición del 6,35 no es nada barata.

.32 ACP – 7.65 mm Browning: muy popular en armas de bolsillo, como la archifamosa Walther PPK. No es muy recomendable por su escaso poder de parada. Pocas opciones en cuanto a munición y precio.

.380 ACP – 9mm Corto: otro calibre muy popular, ya que las armas que lo disparan siguen siendo de bolsillo, y muchos fabricantes de principios del siglo pasado las fabricaron como churros para mandos militares que no querían deslucir el uniforme con fundas voluminosas. Actualmente, parece que muchos abogan por su vuelta, pero la experiencia nos dicta que es un peligroso error: algunos proyectiles de este calibre han sido desviados por huesos, maletines, e incluso gafas, impidiendo que penetraran en el cráneo del agresor. También es caro y difícil de encontrar.

.38 Special: evolución de un cartucho de pólvora negra (de ahí el tamaño de su vaina), extremadamente popular en revólveres de cañón corto. Durante muchísimos años ha sido el paradigma del back-up, amén de su uso como calibre deportivo, por lo que es prácticamente tan universal como el .22 lr. Hay multitud de casos reales documentados, ya que fue el calibre reglamentario de la Policía USA durante décadas, y en nuestro país lo sigue siendo en multitud de Policías Locales, en Seguridad Privada, y carga gran cantidad de armas particulares de funcionarios. ¿Qué hay que saber sobre él?: es un calibre marginal, lo mínimo que da ciertas garantías, y con proyectiles ligeros de plomo ha resultado desastroso. Jim Cirillo experimentó hasta deducir que el proyectil de 158 grains semi-wadcutter de punta hueca era el único aceptable. Antes de disponer de estos, los semi-wadcutter de toda la vida (los que usamos para tiro deportivo), fueron los más eficaces en manos de este famoso Policía. La razón tras esto es que el borde liso de estos proyectiles era menos propenso a rebotar, o deslizarse al impactar contra los huesos del cráneo que los ojivales. Esta es una buena opción ahora que nos han prohibido las municiones “expansivas”.

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Funda interior de tipo faja para profesionales femeninas

9mm Luger: tan universal como el anterior, pero no muy difundido para llevar en armas ocultas, ya que hasta la llegada de las pistolas subcompactas, solía dispararse desde armas de servicio : o sea, desde armas grandes. Otro calibre marginal, lo justo para romper los huesos planos (cráneo y pelvis ). Las cargas más adecuadas que he encontrado son de punta hueca, por lo que, limitándome a plomo o blindadas, recomiendo usar pesos de entre 124 y 127 grains.

.357 SIG: una munición que considero “ideal” para trabajo policial: ofrece una potencia equivalente al .357 Magnum, en el tamaño del 9mm Parabellum (las armas que usamos actualmente). Los inconvenientes son el precio y la escasa disponibilidad de la misma. Por otra parte, se fabrican armas subcompactas (Glock, Smith and Wesson) de gran calidad.

.357 Magnum: esta munición ha sido un gran éxito disparada por agentes de la Ley norteamericanos desde los años 30 hasta la actualidad. Posiblemente es la munición policial con mejor poder de parada, y sigue siendo efectiva usada en cañones cortos de 2,5 o 3 pulgadas, dada su alta potencia (precisamente señalaba con anterioridad que las armas de bolsillo deben compensar su largo de cañón con la velocidad de salida), incluso con cargas estándar. Es también un calibre relativamente popular. En defecto de un arma del .44 Special, esta sería mi elección en revólver defensivo.

.40 Smith and Wesson: el “hijo” del tiroteo de Miami del año 86. Es un buen calibre policial y de defensa, aunque menos preciso que algunos anteriores como el .357 SIG. El principal inconveniente es el desorbitado precio en nuestro país (al contrario que en USA, donde el 80% de los cuerpos policiales lo usan), además de su fuerte retroceso.

10mm Auto: un cartucho excelente, pero con demasiado retroceso para la media, por lo que muchos utilizan cargas reducidas. Al hacerlo, simplemente te quedas con un .40 S&W pero más caro, por lo que no es una buena opción desde el punto de vista “logístico”.

.41 Magnum: un calibre policial excelente, al que no se ha prestado la suficiente atención, por lo que su difusión es muy limitada.

.44 Special: esta munición, bastante denostada tras la aparición de su hermano mayor el .44 Magnum, es uno de los calibres ideales para un revólver compacto, de hecho era uno de los favoritos de Elmer Keith. Recargando, dispondremos de una munición mucho más potente que el .38 en un tamaño de arma similar.

.45 Long Colt: antiguo cartucho que se vuelve a utilizar en los revólveres “The Judge” y “Governor”. Es una buena opción, ya que podemos usar proyectiles muy pesados (no sobresaldrán del tambor de estas armas).

.45 ACP: uno de los mejores calibres policiales de todos los tiempos. Dado el mayor tamaño del proyectil, es efectivo incluso con puntas FMJ. Este calibre es, en mi opinión, el mejor para pistola semiautomática si no podemos usar proyectiles expansivos. Una Glock 30, o la reciente HK 45c serían ideales, incluso una tipo 1911 de tamaño estándar.

A la vista de estos datos, simplemente elegiría un calibre lo mayor posible y con una carga “caliente”, que hiciera un buen agujero en el blanco…

A la última moda
La funda de arma corta tiene una función principal: transportar el arma mientras no la usamos, de forma que no entorpezca nuestras actividades, y evitando que ésta se caiga o resulte dañada. Pero también tiene una función accesoria: que la pistola esté accesible cuando la necesitemos. En esto influirá nuestra forma de vestir y nuestras actividades, cuestiones que hay que estudiar cuidadosamente. Muchos compañeros compran sus fundas o llevan sus armas en posiciones de moda (lo vieron en alguna película, es mas guay –sobaqueras-), en lugar de delimitar sus necesidades.

La funda para llevar el arma oculta tiene las siguientes prioridades:

– A pesar de estar oculta, debe estar accesible rápidamente si necesitamos la pistola. Al eliminar el riesgo de que nos la arrebaten, eliminamos la necesidad de sistemas de retención. Este tipo de fundas no debería llevar estos elementos (al contrario que las de servicio).
– Debe ocultar la pistola a la vista del público, disimulando sus formas no solo al permanecer erguido, sino también al agacharnos, sentarnos, andar, etc.
– Como última prioridad, incluiré la capacidad de llevar el arma con comodidad, siempre que no comprometa las 2 anteriores. Muchas personas a las que se concede la licencia B, acaban dejando el arma en casa tras elegir erróneamente la funda y resultarles incómodo el ir protegidos.

Podemos portar el arma en las siguientes localizaciones:

Fundas de cinturón:
Entre estas, hay dos grandes categorías: dentro del cinturón o IWB (Inside the Waist Band), y fuera del cinturón (OWB, Outside the Waist Band). Independientemente del tipo elegido, cuanto más atrás portemos el arma, mayor será el ángulo en que la funda deberá presentar la empuñadura para que quede accesible.

Comenzando por la posición más atrasada, sobre las 6 en punto del reloj, y avanzando en sentido anti horario, encontramos:

SOB / MOB: estas son las siglas en inglés de Small of the Back / Middle of the Back. Es un tipo de funda que se sitúa en la parte central de la espalda, con el arma casi horizontal con la empuñadura hacia arriba. Este tipo de funda pone el énfasis en la ocultación, ya que no produce abultamientos en los costados, pero es incómoda si tenemos que sentarnos, el arma queda poco accesible (o completamente inaccesible si vamos conduciendo), y presenta un gravísimo problema: si caemos de espaldas sobre un suelo duro o nos empujan contra una pared (lo que es muy probable si luchamos cuerpo a cuerpo con un agresor), corremos un serio riesgo de sufrir lesiones en la columna vertebral y quedar parapléjicos. También podemos cruzar alguna parte de nuestro cuerpo con el eje del cañón al desenfundar bajo estrés. Por tanto, este tipo de funda no es recomendable en ningún caso, ni para el arma ni para otros accesorios como cargadores, esposas, etc.


FBI: según progresamos hacia la hebilla del cinturón, encontramos la siguiente posición: FBI. En este tipo de fundas la pistola o revólver se sitúa justo detrás del hueso de la cadera, con el cañón inclinado unos 45º hacia atrás. Esta localización es una de las más comunes pues el arma queda accesible, y es muy sencillo protegerla con el codo si intentan quitárnosla. También es adecuada para el tiro instintivo, ya que al desenfundar, simplemente elevando el brazo hacia delante siguiendo su arco natural, la línea de tiro encontrará el blanco que se encuentre frente a nosotros. Los posibles inconvenientes se refieren a la constitución del operario. Al quedar el arma ceñida al cuerpo, aquellas personas con sobrepeso o las mujeres, cuya cintura se estrecha desde la cadera, pueden sentir molestias al rozar la empuñadura o la rabera de ésta con las costillas. Por otra parte, es una posición que permite agacharse o correr sin problemas, cosa que no ocurre con otras, como veremos. Personalmente la encontré muy confortable con todo tipo de armas, ya que el cañón no presiona la pierna al movernos, podemos agacharnos y levantarnos, correr, etc. sin molestias, y es válida tanto en invierno como en verano (simplemente sacándonos la camisa por fuera), y puede usarse con fundas OWB e IWB.

Posición Kidney (riñón): es una posición intermedia entre las dos anteriores, en la que el arma queda muy retrasada sin llegar a la columna vertebral. Potencialmente presenta los mismos problemas que las SOB/ MOB, únicamente puede servir a usuarios muy delgados para que el arma pase más desapercibida. No es recomendable si vamos a ir en un vehículo (el arma queda inaccesible).

Appendix (apéndice): en este caso la funda se sitúa por delante de la cadera, justo sobre el apéndice, normalmente se trata de una funda IWB. Sobre sus ventajas, es una posición accesible y proporciona buena ocultación y posibilidades de retención si usamos una funda interior. También es aconsejable para las mujeres que tengan problemas con la posición FBI. Sin embargo, si hemos de sentarnos o agacharnos, es extremadamente incómoda a no ser que usemos un arma con el cañón muy corto (revólveres chatos, Glock 26, P99). Asimismo, en esta posición al sentarnos el cañón estará apuntando directamente a nuestra pelvis, por lo que llevar un arma con munición en la recámara en esta situación no es una buena idea. Es fácilmente ocultable bajo un jersey o sacándonos la camisa o camiseta. Yo solo la utilicé en servicios donde pasaba la mayor parte del tiempo de pié, o entre multitudes (en San Fermines, por ejemplo).

Cruzado frontal: la pistola se sitúa en la misma zona que la appendix pero en el lado izquierdo, tapada con la chaqueta. Es otro método bueno para las mujeres, pero precisa de un movimiento largo para que nuestra mano alcance la empuñadura. Es un movimiento delator (“telegrafiamos” el desenfunde), y nos obliga a mantener el brazo pegado al abdomen para desenfundar, con el peligro de que el atacante nos inmovilice si lo intentamos a corta distancia. Por supuesto, una vez alcanzamos el arma, debemos realizar otro amplio arco para adoptar la posición de tiro.

Cruzado: es la posición más extrema, ya que el arma se encuentra en la cadera opuesta con la empuñadura hacia delante. Acentúa los inconvenientes de la anterior, pero puede ser útil si estamos sentados o conducimos (es una de las más cómodas para conductores).

Caballería: haré referencia a este tipo de fundas, llamadas así por las antiguas fundas de los soldados de caballería norteamericanos. El arma se sitúa en la cadera del lado hábil con la empuñadura hacia delante. Para alcanzarla, hay que hacer un movimiento antinatural al girar la palma de la mano hacia fuera, al contrario del gesto instintivo de pegar la mano a la cadera con la palma hacia dentro. Más grave aún, al desenfundar hay muchas posibilidades de cruzar con el eje del cañón alguna parte del cuerpo, con el peligro que ello supone. No obstante era la favorita de nuestro ídolo Wild Bill Hickok y otros coetáneos.

Fundas interiores: genéricamente se llevan por dentro del pantalón, y pueden estar en cualquiera de las posiciones que hemos estudiado hasta ahora. Este tipo de fundas ofrecen mejores condiciones de ocultación, al no sobresalir el cañón por fuera del pantalón, se pueden usar chaquetas o camisas más cortas (es muy común ver los cañones de las armas asomar por debajo de la camisa o chaqueta al sentarse, sobre todo en barras de bar), y al estar apretada contra el cuerpo por el cinturón, el bulto es menos evidente. Por otra parte, debemos usar cinturones más largos e incluso un pantalón de una talla mayor. Las mujeres y personas obesas pueden sentir molestias al presionar la culata contra las costillas o el abdomen. También es importante que la funda sea rígida, para poder enfundar sin que se “aplaste” la boca de la misma. La funda solo es el 50% del sistema. El otro 50% es el cinturón. Para asegurarte de que el arma no se moverá o te resultará incómoda, debes utilizar un cinturón que encaje con los ojales de la funda (algunos modelos de funda tienen ojales ajustables a distintos anchos de cinturón, como las Safariland ). Esto es más importante cuanto mayor es el peso del arma, y es aplicable asimismo al resto de accesorios, como fundas de cargadores, linternas, sprays, etc.

Fundas paddle: estas son un tipo de fundas exteriores que no tienen ojales para el cinturón, sino que poseen una “paleta” que presiona contra la funda y que se introduce dentro del pantalón quedando asegurada por el efecto de pinza. Estas fundas se diseñaron para poder ponérsela y quitársela con facilidad. Sin embargo, si son de mala calidad corremos el riesgo de traernos la funda colgando del cañón al desenfundar bajo estrés. Pueden ser una opción para personas que tienen que cambiarse de ropa frecuentemente a lo largo de su jornada de trabajo.

Tobilleras: no son un buen lugar para llevar el arma primaria, pero puede ser buena para el arma de respaldo o arma back-up. En determinados casos, como personas que están mucho tiempo sentadas o conduciendo (acompañante) puede ser la forma más accesible. Los policías estadounidenses que prestan sus servicios en líneas aéreas suelen llevar el arma primaria de este modo. Algunas personas no pueden tolerarlas porque la funda irrita los nervios de la pierna, además de precisar pantalones de perneras amplias.

Bolsillos: existen fundas que encajan en el bolsillo y que pueden servir para llevar armas de pequeño tamaño. Una vez más, no son la mejor forma de llevar el arma principal, pero si la de respaldo. Algunos de mis compañeros simplemente llevaban el arma en el bolsillo del abrigo lista para disparar sin desenfundarla. El único tipo de arma que permite esto con garantías es el S&W Bodyguard o similares. Las pistolas semiautomáticas sufrirán una interrupción tipo chimenea después del primer tiro.

Fundas sobaqueras: tienen las desventajas de las fundas cruzadas, y además son muy incómodas y no ocultan tan bien el arma como en las películas. Las mujeres pueden tener problemas para alcanzar el arma debido al pecho. Hay dos tipos fundamentales de fundas sobaqueras: en el primero, el arma queda vertical apuntando hacia el suelo, y en el segundo ésta queda horizontal con el cañón apuntando hacia atrás. Esto puede ser peligroso si desenfundamos bajo estrés y ponemos el dedo en el gatillo, ya que el que esté a nuestra espalda puede resultar herido por una descarga negligente. Todos hemos tenido alguna funda de este tipo, sobre todo al principio de nuestra andadura profesional, y creo que todos también la hemos relegado al fondo del cajón al poco tiempo.

Tuckable: tipo de funda interior inventada por Dave Workman, en la que un pliegue de la misma funda sirve para remeter la camisa, quedando el arma totalmente oculta. Es una buena opción para situaciones de bajo riesgo donde es más importante pasar desapercibido, que tener el arma “a mano”.

Belly band: especie de faja con una funda cosida (inventada por Bianchi en 1960), que se viste bajo la camisa o chaqueta (es muy usada en USA por los médicos). Es muy recomendable para personas obesas o mujeres embarazadas, pero hay que tener cuidado ya que exponen mucho el arma al sudor. De hecho, se han comentado casos de pistolas Glock decoloradas por este hecho.

Riñonera: una buena forma de advertir que llevamos un arma. Cualquier profesional asumirá que una riñonera de buen tamaño contiene un arma hasta que no compruebe lo contrario. Otro inconveniente es que se necesitan las 2 manos para desenfundar. Si necesitas el arma cuando estás haciendo algo con la otra mano, por ejemplo, luchando contra un agresor, comprometerás el desenfunde.

Pager Pal: consiste en una especie de funda paddle interior, en la que el arma queda completamente oculta dentro del pantalón, y la parte que aparece en el exterior es un objeto como un encendedor, funda de teléfono móvil o de navaja, etc. Es una funda de máxima ocultación, y no es mala idea practicar el desenfunde en 2 tiempos con 1 mano, por el motivo expuesto en las riñoneras.

Bolsos, agendas, etc.: ¿cuál es el principal objetivo de un atracador cuando asalta a una mujer? Si llevas el arma en el bolso y te dan un tirón, perderás automáticamente el control sobre el arma. Todo objeto ajeno al cuerpo acabará siendo una molestia, y lo dejaremos de la mano al hacer cualquier actividad en la que nos entorpezca. Estos sistemas no son en absoluto recomendables.

Funda “mejicana” o ninguna funda: algunos compañeros sencillamente se “meten” el arma en el pantalón, en cualquiera de las posiciones que hemos visto. Además de que el arma se moverá a cada paso, el sudor acabará oxidándola, sobre todo en verano. No es recomendable en absoluto, hay fundas por 6 euros.

Como vemos, existen gran cantidad de posiciones. La elección de una u otra dependerá de nuestras necesidades y de las actividades que desarrollemos (de pie, sentado, conduciendo, ropa de verano o de invierno). Como regla general tendremos en cuenta que el cañón del arma no deberá cubrir ninguna parte de nuestro cuerpo al desenfundar.

Ya tengo arma y funda, ¿estoy listo para salir a la arena?
La respuesta es ¡NO! Algunos instructores contrarios al point shooting argumentan que “nadie ha nacido con un kilo de acero en la mano, por tanto no es posible apuntar instintivamente con la pistola igual que lo hacemos con el dedo… refiriéndose a la inercia del movimiento debido al peso extra. Del mismo modo, no podemos esperar llevar 1 kilo de equipo en la cadera y que nuestros movimientos sean “naturales”. Indefectiblemente, ese peso adicional afectará a nuestra forma de movernos, y debemos ser conscientes de este fenómeno tanto para evitar telegrafiar dónde llevamos el arma, como para poder detectarlo en los delincuentes. Algunos ejemplos son:

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El bolso no es una buena opción para llevar el arma oculta

Si llevamos una funda a la altura de la cadera, los pasos de la pierna donde se sitúe, serán más cortos, y la mano de ese lado (de forma instintiva), se mantendrá cerca de la pistola. Cuando alguien se nos aproxime, tenderemos a girarnos hacia el lado contrario a donde llevamos el arma, alejándola del alcance del interlocutor, o tratando de ocultarla. Cada vez que nos agachemos o levantemos, nos sentemos en una silla o vehículo y nos volvamos a poner en pie, subamos o bajemos escaleras, o demos una pequeña carrera, instintivamente llevaremos la mano al arma para corregir su posición o evitar que se caiga o comprobar que no se ha caído. Esto es muy común en personas que no han elegido correctamente la funda, o esta no encaja perfectamente en las trabillas del cinturón. De hecho, con fundas inadecuadas, el arma SE MOVERÁ Y SE CAERÁ (digo esto por experiencia). Una posición especialmente incómoda y que se presta al reposicionamiento es la appendix, por las razones que comenté con anterioridad al referirme a esta posición.

Si llevamos el arma en una funda OTB y cubierta con una chaqueta o similar, tenderemos a colocar el brazo de ese lado contra el abdomen, para impedir que la chaqueta se abra y se vea la pistola.

Si somos sorprendidos, sentimos que vamos a caer, o percibimos una amenaza, llevaremos instintivamente la mano al arma, o a sus alrededores. Un buen truco para detectar dónde la lleva el “malo” es provocarle un pequeño susto (un ruido, por ejemplo), en mi época era una broma común entre los escoltas en el norte, y solía funcionar.

Un caso extremo es el de aquellos profesionales que se ciñen a determinados tipos de fundas, lo que les obliga a vestir ropas que no corresponden con el clima o la época del año (ej.: chaquetas en agosto), o directamente usan “fundas” que llaman mucho la atención (riñoneras israelíes). Ejemplos de todo esto pueden apreciarse en la siguiente imagen:

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Conclusiones
Ya hemos visto que el tema de las armas ocultas es bastante jugoso, y seguro que daría para escribir varios artículos más. La verdad es que no hay fórmulas mágicas, y cada usuario deberá experimentar hasta dar con la solución que mejor se ajuste a sus necesidades. Entretanto, espero haber sugerido líneas a seguir que acorten y abaraten el proceso. TODOS los que hemos trabajado con armas de fuego acabamos con una buena “colección” de fundas…

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3s Comentarios

  1. Avatar

    ENZO LEONEL CONDORI

    Muy buena informacion investigacion, queria saber si me puedo comunicar con usted a traves de un e-mail, porque yo estoy haciendo un trabajo parecido y me gustaria recabar mas informacion, sobre su pusto de vista.

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