Incendio forestal: consejos básicos para escapar de la voracidad del fuego

Con la primavera asomando a la vuelta de la esquina, en regiones como el Mediterráneo, donde reside un servidor, la alerta ante la posibilidad de que arranque la “temporada de incendios” empieza a cobrar fuerza entre diferentes organismos y estamentos. Máxime cuando el cálido viento de poniente azota nuestros montes y convierte cualquier mínima chispa inofensiva en una potencial llamarada capaz de devorar centenares de hectáreas boscosas.

Es fin de semana, el sol brilla en todo su apogeo, la temperatura roza los 30º y te apetece salir con tu mochila y tu equipo EDC a dar un paseo por el monte. Mientras disfrutas de tu caminata en plena naturaleza, descubriendo nuevas rutas y dejando atrás el estrés que diariamente te provoca la jungla de asfalto, no tienes la más mínima sospecha de lo que podría estar a punto de suceder… Y es que, ¿qué pasaría si un incendio forestal se desatara súbitamente a tu alrededor?, ¿cómo actuarías para salir airoso de esta imprevista y en muchas ocasiones letal situación? A continuación, enumeramos una serie de consejos básicos para poder sobrevivir a la voracidad de las llamas en plena montaña.

incendio_supervivenciaAunque parezca una verdad de perogrullo, el primer paso para sobrevivir a un incendio en medio de la naturaleza es ser conscientes de que dicho incendio se está produciendo. Para ello, aparte claro está de visualizar u oler el humo o las llamas (asegurémonos de no confundirnos con una barbacoa o cocina de campaña), podemos guiarnos por los movimientos que realicen los animales. Si vemos alguna bandada de pájaros volar en grupo hacia la dirección opuesta del humo, o percibimos a varios animales correr despavoridos y emitir sonidos que podamos relacionar con una especie de llamada de auxilio, a buen seguro tendremos el fuego cerca de su posición.

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El uso de unos prismáticos nos ayudará a visualizar con más detalle el fuego y ver en qué dirección avanza

Para visualizar correctamente tanto el humo como las llamas o los movimientos de los animales, no estaría mal llevar en nuestra mochila outdoor unos prismáticos o un monocular que nos permitan divisar y controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor, al menos en un amplio rango de metros. Otro método que podemos aplicar para cerciorarnos de que un foco de incendio se ha originado a nuestro alrededor es utilizar un escáner de frecuencia, conectado por ejemplo a la señal del equipo de Protección Civil o del 112 de la zona. Así estaremos informados en todo momento de las comunicaciones que emita Protección Civil y nos servirá para ubicar correctamente el punto donde el fuego está más activo.

Una vez hemos detectado el incendio y sabemos en qué punto se encuentra, tenemos que trazar un plan de escape. De nuevo, podemos aplicar la nemotecnia de la palabra STOPStop (para),Think (piensa), Observe (observa), Plan (planifica). El fuego suele avanzar bastante rápido, y más si encima sopla viento de poniente, tan habitual por estos lares levantinos. Así que conviene moverse con cierta celeridad, pero sin precipitarse. Limitarse a huir del fuego en la dirección contraria a la que lo hemos visto avanzar, sería un plan demasiado sencillo y seguramente ineficaz, ya que las llamas seguramente serán mucho más rápidas que nosotros.

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El humo es el mejor indicador para saber en qué dirección sopla el viento en un incendio

Para trazar un buen plan de huida, lo primero que tendremos que fijarnos es en qué dirección sopla el viento, pues es este elemento el que hace correr a las llamas. El humo es el elemento que nos indicará la dirección del viento. Una vez conocida, y siempre que nos sea posible, intentaremos rodear el fuego, desplazándonos siempre en la dirección contraria a la que esté soplando el viento. Ojo con esto, porque la dirección del viento puede cambiar en cualquier momento, así que cada muy poco tiempo tendremos que ir comprobando que efectivamente nos estamos moviendo en la dirección correcta, rodeando al incendio y alejándonos al mismo tiempo del humo y las llamas.

Respecto a la dirección de huida, otro consejo básico es evitar movernos monte hacia arriba. El motivo se debe a que el fuego, como el calor, tiende a subir, por lo que va arrasando el monte generalmente de abajo a arriba. Así que siempre será mejor huir en descenso hacia zonas más bajas y menos boscosas de la montaña. También podemos buscar algún cortafuegos para ponernos a salvo, tanto artificial (provocado por el hombre), como natural, siendo en este último caso los ríos los cortafuegos más eficaces.

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Tenemos que descartar refugiarnos del fuego en casas, cuevas o estructuras similares

Es posible que durante nuestra huida de las llamas nos encontremos con algún refugio de montaña, o alguna casa de pastor. Debemos evitarlos y no caer en la falsa sensación de seguridad que una sólida estructura como esta nos pueda proporcionar. Ten en cuenta que siempre que se desata un incendio forestal, lo primero que se hace, aparte lógicamente de intentar sofocarlo lo antes posible, es desalojar a los vecinos que viven en casas o urbanizaciones adyacentes. Quedarse refugiado en uno de estos espacios podría ser una condena, ya que si el fuego alcanza la zona es posible que no muramos por sus feroces llamas, pero sí lo haremos por la ausencia de oxígeno provocada por su intensísima humareda.

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Un río será uno de los mejores cortafuegos naturales durante un incendio forestal

En caso de estar rodeados por las llamas y tener que refugiarnos de forma obligada, habría otro método un poco más fiable y eficaz que resguardarse en una casa, una cueva, o un estanque (esto último también es muy peligroso, ya que si el fuego llega a la zona, la temperatura del agua subirá hasta límites insospechados…). Es lo que se conoce como prepararse una “tumba de tierra”, o lo que es lo mismo, enterrarnos en plena montaña. Para poder cavarnos un improvisado nicho de tierra, sería casi indispensable llevar en nuestra mochila una pala plegable de emergencia, como las muchas que existen en el mercado actual, y que nos facilitarían enormemente este proceso. También convendría antes de enterrarnos eliminar toda la vegetación y material inflamable que haya a nuestro alrededor, de tal forma que las llamas casi “pasaran del largo” por nuestra posición.

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El fuego tiene a subir, por lo que nuestra huida de las llamas será siempre en descenso

Esta opción, que aparece reflejada en el “Manual de Supervivencia del SAS”, escrito por John Wiseman, presenta un riesgo considerable, no sólo por el calor que tendremos que soportar si nos alcanza el fuego, sino también por la asfixia, ya que el fuego consumirá buena parte del oxígeno. Para preparar esta tumba de tierra, hay que cavar un hoyo lo más grande posible, y luego, si disponemos de una chaqueta o un gran trozo de tela, cubrirla completamente con tierra y arrastrarla para tapar nuestro hoyo. Para respirar, ahuecaremos las dos manos sobre la boca y la nariz y respiraremos a través de ahí. Esto no servirá para aumentar la cantidad de oxígeno, pero enfriará y filtrará el aire muy caliente, evitando que nos dañe el sistema respiratorio. Cuando el incendio pase por encima nuestro, procuraremos contener la respiración. Como decimos, el método no es la panacea, pero aun así, sigue siendo una opción más viable que la de refugiarse en una cueva o estructura similar.

Esperemos no encontrarnos nunca con un incendio que rodee nuestra posición y amenace con acecharnos en plena montaña. Pero si esto ocurre, todos estos consejos básicos de supervivencia nos ayudarán a enfrentarnos a esta “caliente” situación.

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2s Comentarios

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    Cómo exreten de incendios no le recomendaría a nadie intentar sobrevivir enterrandose en el suelo. En las películas queda muy bien pero poco más. Un bombero forestal,bien formado,perfectamente equipado y con mucha sangre fría tendría alguna mínima posibilidad pero siendo realistas,un excursionista desprevenido lo tiene crudo. Una simple camiseta de tejido sintético se calentará hasta derretirse mucho antes de que el fuego nos «pase por encima» por no hablar de lo que se conoce como «fuego de raíz»,raíces y maleza enterrada responsables de que un incendio se reactive muchos días después de su supuesta extinción. Pocas situaciones de este tipo he vivido pero en todas ellas confíe más en mis piernas que en mi ropa ignífuga o en las mantas que se nos proporcionaban para la famosa «tumba de tierra»,sinceramente.

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