ENSEÑANDO A GANAR: El ahora o nunca del combate

Hubo un tiempo en que lo normal era que los instructores de tiro entendieran que su responsabilidad como formadores se limitaba a repartir a los alumnos la munición necesaria para cada ejercicio y a ordenar desde qué posición se procedería, tras su pitido, a agujerear un cartón inerte situado normalmente a distancias olímpicas. Tras estas balaceras con el cartón como resignada víctima, el instructor se paseaba frente a los blancos haciendo las correcciones que estimara oportunas (en ocasiones no iban mas allá de un “apunta mejor”), aderezando estas indicaciones con algunos gritos en tono enérgico y viril, y algún que otro improperio para “generar estrés” en los tiradores-alumnos; para posteriormente, si la concurrencia así lo merecía, hacer una pequeña exhibición de las virtudes que le permitieron proclamarse campeón en la última tirada de su club, efectuando un par de disparos desde 25 metros que no salían de la zona noble de la diana.

Durante un largo periodo esto sirvió, fundamentalmente porque no había otra cosa, o mejor dicho, sí la había pero no llegaba a España, donde la formación en materia de tiro policial bebía de la única fuente conocida: el tiro deportivo. Pero el tiro policial trata de otra cosa señores; aquí de lo que estamos hablando es de enseñar a sobrevivir, y para esos menesteres el tiro deportivo no es suficiente.

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Clásica imagen de varios policías disparando desde cabina

Para encontrar una solución a un problema, primero tenemos que ser conscientes de que efectivamente tenemos ese problema, y parece ser que a los policías españoles nos costó entender que teníamos un problema; nos costó entender que de poco sirve adquirir unas habilidades que, si bien nos pueden proporcionar algún trofeo en competiciones de tiro, no serán suficientes para salir airoso de un enfrentamiento a vida o muerte.

Por suerte para mí, en mi camino se han cruzado instructores que me han enseñado que esos ejercicios de tiro policial en los que se consiguen preciosas agrupaciones, por lo general tienen poco que ver con el tiro policial. ¿Hay que ser capaz de conseguir esas agrupaciones para empezar a avanzar? Por supuesto, esas agrupaciones son el fruto de haber asimilado la técnica y manejo del arma, pero que ése sea todo el entrenamiento del policía es a todas luces insuficiente. Es como si aprendiéramos a conducir un coche en un aparcamiento cerrado en el que no hay más vehículos, ni peatones, ni señales… ¿sería esto suficiente para incorporarnos al tráfico de una ciudad? No, ¿verdad? Podría ser una ayuda, pero no sería suficiente.

Por eso, una vez asimiladas esas competencias básicas hay que “contextualizar” esos conocimientos. Me explico: Una vez que el alumno tiene los conocimientos referentes al manejo del arma y la técnica de tiro, hay que pararse a pensar en qué condiciones, entornos y situaciones va a hacer uso de esos conocimientos: ¿Inmóvil dentro de una cabina a 25 metros de un blanco también inmóvil, sin estrés, sin importancia del factor tiempo, y con la necesidad de impactar solo una vez…? Creo que no, la realidad desgraciadamente será muy diferente, ante lo cual nos quedan dos opciones: La opción del avestruz, es decir, que la realidad no venga a fastidiarnos y a obligarnos a salir de nuestra zona de confort; o adecuar el entrenamiento a la cruda realidad. ¿Y a quién pertenece esta labor? Pues sí señor, al instructor.

El instructor debe ser quien prepare al alumno para enfrentarse a los segundos mas difíciles de su carrera, de su vida, esos instantes en los que el policía tenga que luchar por su supervivencia, la de un compañero o un tercero inocente; segundos que ojala no lleguen nunca pero para los que un policía debe prepararse. Y para desenvolverse en ese caos no basta con un entrenamiento basado en el tiro deportivo, no basta con saber arrancar el coche y conducirlo por un parking vacío.

Como instructor de tiro policial me gustaría dar a mis alumnos ese extra que haga que llegados esos momentos negros del combate, sean ellos los que cuenten lo que pasó y no su oponente. Para esto, primero deberíamos preguntarnos cuál podría ser ese extra. Desgraciadamente, no hay nada que podamos hacer que nos dé garantías 100% de ganar siempre, pero sí que ha habido gente antes que yo y mucho más capaz que un servidor, que ha pensado sobre esto y ha llegado a conclusiones, destacando como altamente decisivo en el combate un factor: La experiencia previa.

Un ejemplo de la importancia de esta experiencia previa lo encontramos en el libro “The Ace Factor” de Mike Spick que analiza enfrentamientos aéreos desde la primera Guerra Mundial hasta Vietnam, con el fin de determinar qué marca la diferencia en los mismos (libro a su vez citado en “Sobre el combate” de Dave Grossman y Loren W. Christensen). En su libro, Spick pone de manifiesto que las posibilidades de supervivencia en un combate aéreo se incrementan enormemente tras haber sobrevivido a los 5 primeros enfrentamientos.

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Imagen de dos policías entrenando con munición de impacto o marcadora para entrenamiento

Extrapolando sus conclusiones al entorno policial, afortunadamente es muy poco probable que un policía llegue a adquirir esta experiencia, al menos de este modo, viéndose envuelto en 5 episodios de agresión con nivel de fuerza letal; pero sí podemos recrear situaciones parecidas que le sirvan para adquirir “experiencia de combate” sin tener que verse expuesto a un combate real. En cierto modo, el entrenamiento se convierte en una vacuna, del mismo modo que nuestro organismo aprende a combatir enfermedades generando defensas que atacan a los virus debilitados que nos inoculan al vacunarnos. Es como si aprendiéramos a luchar para sobrevivir ante una agresión con fuerza letal sin tener que realmente exponernos a tales agresiones.

Por lo tanto, el entrenamiento del policía tiene que tener como objetivo proporcionarle la experiencia que no puede adquirir en combate, debe “programarle” para luchar por su vida en unas condiciones lo más parecidas a las reales, pero sobre todo debe prepararlo para no rendirse. Debemos enseñarle que en el combate no vale “pedir tiempo muerto” porque se me olvidó montar mi arma antes del ejercicio, o detener una práctica porque me molesta la chaqueta y no he podido desenfundar. Durante el combate es ahora o nunca.

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Entrenamiento con un cuchillo de estímulo eléctrico al contacto que simula el efecto de un corte

Como antes decía, ha habido personas que con muchísima más brillantez de la que yo nunca seré capaz de alcanzar, se han detenido a darle vueltas a todo esto. Ejemplo de ello es el Teniente Coronel Dave Grossman, quien en las páginas de su libro “Sobre el combate” habla de unos principios que se deben respetar en la formación realista del policía, y que brevemente quiero citar porque a mi juicio no tienen desperdicio:

-Nunca “mates” a un guerrero.
-No dejes salir nunca de tu campo de adiestramiento a un perdedor.
-Nunca hables mal de tus alumnos.

El último de los puntos requiere de poca aclaración; el segundo, el de “no dejes salir nunca de tu campo de adiestramiento a un perdedor”, viene a decir que como instructor no tienes que demostrar que eres capaz de plantear ejercicios y escenarios imposibles, pues eso además de carecer de mérito, frustra al alumno y no le hace mejorar. El alumno tiene que salir victorioso. Si falla el ejercicio debe repetirlo, si es posible, hasta que le salga bien, pues esa es la manera de enseñarle sus fallos y ayudarle a mejorar superándolos.

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Portada del libro en su edición en castellano “Sobre el combate” cuyo título original en inglés es “On combat”

Para el final he dejado el punto que Grossman enumera primero en su libro, la máxima de no “matar” al guerrero en el entrenamiento, y lo he hecho así porque me encanta este principio y no puedo estar mas de acuerdo con él.

Lo que dice Grossman es que los entrenamientos basados en simulación o “rol playing”, en los que el alumno puede recibir ataques con medios que generan dolor pero no son letales, como pudieran ser municiones marcadoras de entrenamiento, airsoft o cuchillos de entrenamiento con estimulo eléctrico al contacto, no deben concluir con la “muerte” del policía, ni siquiera cuando el policía falla el ejercicio. Estamos acostumbrados a que durante un entrenamiento, tras el primer impacto de un proyectil de entrenamiento o el más leve toque del descargador eléctrico, levantamos la mano y gritamos ¡¡¡muerto muerto!!! dando por finalizado el ejercicio y acometiendo un grave error.

Te han dado sí, pero esto no ha acabado. Del mismo modo que tenemos que enseñar que de un solo impacto difícilmente vamos a incapacitar a una amenaza (cuánto daño ha hecho el cine a este respecto), debemos de enseñar que no moriremos ni estaremos fuera de combate de un solo impacto, ni de dos ni de… ¡esto no acaba hasta que acabe! y eso, como los lectores habrán podido deducir por la torpeza en las palabras, no lo dice el Teniente Coronel, lo dice un servidor.

Lo que pretendo expresar es que hay que luchar hasta el final, que en un combate real no valen tiempos muertos, ni pausas, ni pedir clemencia, y así hay que entrenar. Nuestro agresor no se va a conformar con que levantemos la mano diciendo “me has dado primero, tú ganas”, ni va a detener su agresión porque le digamos “espera no vale, que tenía el seguro puesto”. Si me dan primero, reacciono; que me incapacitan la derecha, disparo con la izquierda; que no tengo mi arma, pues uso la navaja, una piedra, una patada, muerdo, araño… se trata de inculcar a nuestro alumnos, más aún, de grabarles a fuego, las palabras lucha y sobrevive. Gana.

ultima_ratioLuis Trejo Delgado. Ultima Ratio formación policial
ultimaratioformacion@gmail.com

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3s Comentarios

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    el articulo, esta muy bien, las referencias bibliográficas, son muy actuales, y de renombre a nivel mundial, las teorías que hacen referencias estos distintos autores, son maravillosas….
    Pero en España aun no se pueden aplicar en lineas muy generales, porque aun nos encontramos en la primera fase hecha referencia en este articulo, estamos aun formando a los tiradores a tener las técnicas básicas en el manejo de las armas de fuego, y adquirir ese conocimiento básico sobre ellas, en lineas generales
    Esto no debería de ser asi , y evidentemente debería de ser de una forma radical mejorado y superarlo par en enfrentarnos a las demás situaciones descritas, pero el sistema de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, no están por la labor, porque ademas aquí aun no han dejado caer alguna de esos misiles que usan las fuerzas aéreas, asi que el porta un arma es como una herramienta innecesaria para muchos miembros y compañeros

    De hecho creo que el articulo tiene un valor excepcional, pero tiene algo de utópico…pero lo que esta claro que hay que hacer lo posible, llegar a los eslabones superiores, aportando día a día un granito de arena a pesar de que no tenemos mucho apoyo de ningún tipo, dese los propios compañeros, administraciones haciendo lo imposible para sumergir todas estas cuestiones, etc

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    Aprender a no darse nunca por vencido, esa es una de las facetas del entrenamiento más difíciles, tanto para el alumno que tiene que asimilar esto, como para el intructor que tiene que conducir sl alumno a mantener esa premisa.

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    Como estas, soy Julio Monzón de Lima Perú. Soy civil y trabajo en el área de protección de personas. Están muy interesantes tus artículos. Por lo que veo ahí padecen de lo mismo que aquí.
    Saludos.

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